viernes, 23 de enero de 2015

Fragmentos de Deseado

``Deseado´´ de J. Kenner. 


''Lo fulminé con la mirada y hablé sin pensar.
-A lo mejor me gustan los hombres peligrosos.
Dudó un instante antes de responder, pero aunque hubiera pensado durante un siglo lo que iba a decir, no podría haberme herido más.
-Pues a lo mejor no deberían gustarte.
Lancé un manotazo con la intención de darle una bofetada. No lo conseguí. Me agarró por la muñeca y me acercó a él hasta que estuvimos a tan solo unos milímetros de distancia. El calor de nuestros cuerpos era tan intenso que temí arder por combustión espontánea.
Me sacaba una cabeza, y estábamos tan cerca que tenía los labios casi pegados a su cuello. Olía a pecado y, a pesar de lo cabreada que estaba, tuve que reprimir la tentación de sacar la punta de la lengua y probar a qué sabía.
Ladeó la cabeza, y su aliento me acarició el contorno de la oreja mientras me susurraba.
-Ya lo entiendo- se limitó a decir.''


''-¿Crees que te considero frágil? ¿Crees que no te deseo? ¿Tienes idea de lo duro que ha sido estar sentado en esa sala y no tocarte? ¡Ya fue lo bastante difícil anoche! ¡Dios, estar tan cerca como estábamos para tener que recular...! Es como intentar cambiar el rumbo del Titanic y sentir que me he estampado contra un puto iceberg.
Me quedé mirándolo boquiabierta, con el corazón desbocado y la piel de gallina. Estaba diciendo cosas que yo quería escuchar, pero tenía miedo de albergar esperanzas, así que no hice nada. Sólo permanecí en silencio, mientras rogaba que continuara.
-¿Quieres que te diga que cuando te miro me flojea el cuerpo? ¿Que deseo saborearte y tocarte? ¿Que deseo romperte y ver cómo te haces añicos bajo mi cuerpo? Maldita sea, Angie, ¿es eso lo que quieres oír?
``Sí, Dios mío, sí´´. Gritaba esas palabras mentalmente, pero por fuera estaba demasiado impresionada, demasiado asombrada, demasiado excitada como para decir nada. Daba igual. Como siempre, Evan me entendía.
Se le relajó la expresión y la intensidad, dejando paso a un fulgor apasionado.
-Te lo digo ahora, porque es evidente que los dos necesitamos escucharlo. Te deseo, Angelina. Te he deseado desde el primer momento en que te vi. Deseaba tu fuego y la mirada hechizada de tus ojos. Deseaba que me mirases como tú miras. Durante años, no he deseado otra cosa que perderme en ti. Deseaba conseguir que te abrieras a mí para descubrir la mujer que hay dentro de ti.''


''-Si eres tan mal partido- dije, en cambio-, ¿por qué te has rendido al final?
Me rozó los labios con los suyos.
-Tú mima lo dijiste. Sexo sin compromiso, sin futuro. Solo tú y yo este fin de semana. Maldita sea, Angie, ¿tienes idea de cuánto tiempo llevo luchando contra la necesidad de tocarte? Y ya que hablamos de eso, ¿tienes idea lo cerca que estuve de faltar a mi palabra después de aquel maldito callejón? Lo que dije iba en serio. Joder, eres mi criptonita y has destruido por completo mis defensas.''


''-Te he visto hablando con Kevin.
-Menuda suerte la mía.
-¿Todo bien con él, también?
Asentí. ¿Qué iba a decirle? ¿Que me había dado cuenta de que tenía miedo por lo que pudiera pasarle a Evan y que, ah, por cierto, tal vez estuviera enamorada de él? Me decanté por otra cosa.
-Sí, todo bien. Me ha visto hablando con Larry.
Lo miré a los ojos, y aunque se limitó a asentir con la cabeza, supe que había entendido mi mensaje implícito: ``Ten cuidado. Por favor, ten cuidado´´.
-¿Qué más te ha dicho?
-Me ha dicho que me echaba de menos.
-Ya.- Descubrí un rastro de vulnerabilidad en sus ojos, y tuve que reprimir un grito ahogado cuando de repente me di cuenta de que tal vez Evan fuese culpable de todo aquello de lo que Kevin le acusaba. Podía ser extremadamente peligroso, pero, en ese instante, era yo quien tenía el poder de hacerle daño.
Alargué la mano y le acaricié el labio con el pulgar.
-Le he dicho que yo no le echaba de menos para nada- añadí.
Me sostuvo la mirada lo que me pareció una eternidad, y entonces descubrí una expresión de alivio en sus ojos. También me pareció descubrir amor en su mirada.''


''-Está aquí el señor Black. ¿Puedo decirle que suba?
Pulsé el botón para responder.
-¿Está aquí? ¿O está abajo?
-Lo tengo aquí mismo, delante de mí.
Se me aceleró el pulso.
-Dígale que suba.- Me levanté y empecé a pasearme arriba y abajo. Joder, estaba tan ansiosa e impaciente que me sentía como una idiota. Había estado fuera menos de veinticuatro horas y a mí me había parecido un suplicio de un año.
En otras palabras, que lo mío era grave.
En otras palabras, que al cabo de una semana aproximadamente iba a pasarlas canutas.
``Peligroso´´. Evan Black era algo más que peligroso: era lo más peligroso que me había pasado en la vida.
Le oí empujar la puerta y salí corriendo en su dirección; acto seguido, paré en seco al verlo tranquilo y relajado, con el pelo alborotado y más sexy que nunca.
Quería quedarme allí y comerme con los ojos aquella maravilla. Quería conservar aquel momento para siempre, en el que estábamos los dos solos, sin secretos ni amenazas.
Entonces extendió los brazos y yo me lancé a ellos, abrumada por la repentina sensación, muy real, de que aquello era como volver a casa.
Solo que era una ilusión, nada más.''


''-Tyler opina que tú y yo no deberíamos estar juntos. Es una mala idea.
Asentí con la cabeza, con una incómoda sensación de ahogo en el pecho. Quería a Tyler como un hermano y detestaba la sensación de decepcionarlo de algún modo.
-¿Y Cole no opina lo mismo?- Desde luego, no había sido lo que se dice la personificación del apoyo incondicional en el Destiny.
Evan torció la boca en una mueca.
-Él cree que lo nuestro es un disparate, pero también sabe que te vas a ir muy pronto. Dijo algo así como que podemos hartarnos todos estos días para quitarnos la espinita y así olvidarnos luego el uno del otro para siempre.
-Vaya. Entiendo.- Sentí un nudo en el estómago-. Bueno, pues ahí lo tienes. Siempre he sabido que Cole era un tipo inteligente.- Sonreí con aire vacilante-. Un rollo sin importancia antes de Washington. Casi suena a título de película mala.
Traté de esbozar una sonrisa forzada, pero la expresión de Evan era muy seria. Extendió la mano y me acarició suavemente la mandíbula.
-Eso no va a pasar nunca, ¿sabes? Es imposible que yo me olvide de ti. Aunque te fueras ahora mismo muy, muy lejos, aunque no volviera a verte nunca más, siempre te llevaría muy dentro de mí.''


''Saltaba a la vista que le molestaba hablar de aquello, pero insistí de todas formas.
-Bueno, ¿y todo esto tiene que ver con algo lícito? ¿O debería preocuparme por si el FBI va a por ti?
Dio un volantazo a la izquierda y pisó a fondo el pedal del freno a la vez. Lancé un chillido y el sonido de mi voz se superpuso al chirrido de los neumáticos cuando el coche derrapó para entrar en un aparcamiento. Evan apagó el motor.
-¿Qué narices quieres, Lina?
Lo miré boquiabierta.
-Lo digo en serio. ¿Qué diablos quieres?- insistió.
Negué con la cabeza.
-Quiero saber qué pasa, Evan. ¿Es que Cole te ha dado un golpe en la cabeza? Porque, de repente, te has convertido en otra persona y no sé qué pasa, pero te estás desquitando conmigo.
-¿Te quedarás?
-¿Quedarme?- repetí, porque de pronto no entendía nada.
-¿Te quedarás en Chicago o te irás a Washington dentro de poco más de una semana?
Me humedecí los labios.
-Solo quiero salvar esta distancia que hay entre nosotros, Evan. De pronto, aparece Cole y tú te vas con él, y cuando vuelves, es como si estuvieras en otra parte, detrás de un muro de silencio. Y lo entiendo. Hay cosas que no me puedes contar, cosas que ambos sabemos, pero que hemos estado evitando, y es culpa mía, porque yo también las he intentado esquivar.- Aspiré una bocanada de aire, sin saber si las palpitaciones que sentía eran a causa de mis palabras o como efecto retardado de su conducción temeraria-. Se acabaron las evasivas. No quiero historias ni alegorías de qué pasaría si... Te deseo, Evan, pero te quiero a ti, quiero estar con tu verdadero yo.
Le hablaba con el corazón en la mano, con una sinceridad absoluta, al mismo tiempo que escudriñaba su expresión, buscando algún signo de ternura, de aceptación o de alivio.
Pero solo vi los rasgos duros y angulosos de su rostro. También descubrí una expresión de tristeza, y eso me provocó un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.
Volvió la cara, desviando la mirada hacia algún punto fuera del parabrisas.
-Yo también quiero eso mismo- dijo al fin.
Dejé escapar un suspiro de alivio y esperé a que dijera algo más. A que me dijera la verdad. A que me dejase entrever al fin qué escondía bajo su brillante armadura de caballero.
Pero no fue eso lo que me dijo.
-¿Te quedarás en Chicago?- repitió, esta vez muy despacio y con mucha claridad-. ¿O te irás a Washington dentro de una semana?
-¡Maldita sea, Evan!- grité, perdiendo la paciencia-. ¿Por qué continúas preguntándomelo?
Siguió con la vista fija hacia delante, pero su voz conservó el mismo tono de dureza. 
-Responde a la pregunta.
-Sí... sí- solté-. Sabes que me espera un trabajo. Y dentro de unos días, incluso tendré un sitio donde vivir.
Volvió a poner el motor en marcha y salió a la calle. Me quedé paralizada, convencida de que acabábamos de cruzar un límite que él había trazado y del que yo ni siquiera era consciente. Cuando llegamos a mi apartamento, pasó de largo el servicio de aparcacoches y detuvo el vehículo junto al bordillo. Se quedó en silencio y tardé un momento en darme cuenta de que estaba esperando a que me bajara del coche.
-¿Qué coño te pasa, Evan?
-No estás siendo sincera contigo misma, Lina- dijo, volviéndose hacia mí-. No esperes de mó lo que ni siquiera tú misma estás dispuesta a darte.''


''-Tú me haces sentir viva, Evan. Me haces sentir como soy de verdad.- Era cierto. Con Evan podía ser yo misma. Sin secretos, sin reproches. Jamás había entendido qué significaba ser libre hasta que estuve en sus brazos-. ¿Yo también hago que te sientas así?- le pregunté. Para mí era un regalo inmenso que estando conmigo Evan simplemente fuese él mismo, y en ese momento, más que cualquier otra cosa, quería saber si él también lo experimentaba. Si para él también era un regalo que yo pudiera darle un placer tan profundo.
-¿Que si me haces sentir así?- repitió-. Dios, Lina. ¿Es que no o sabes? Tú eres la emoción más fuerte de mi vida. La mayor inyección de adrenalina. El viaje más intenso y salvaje. Tú eres todo lo que siempre he querido, y lo que creía que no merecía. Eres una mujer excepcional. Eres preciosa. Eres mía. Y te quiero.''

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