
-Comprendo que pueda ser difícil para ti- difícil no, prácticamente imposible- aceptar que no me interesas para nada. No soy vulnerable, no estoy enferma y ni siquiera me siento un poquito atraída hacia tu persona.
-Bien- Byron descruzó las piernas y se levantó-. Podemos poner a prueba al menos una de esas tres afirmaciones.- Sin dejar de mirarla a los ojos, le puso una mano en la nuca-. A menos que tengas miedo de equivocarte.
-No me equivoco. Y no quiero...
Decidió que era más simple no dejar que terminase la frase. Esa mujer era capaz de discutirle a un muerto. Posó suavemente sus labios sobre los de Kate, en un susurro que era también una promesa. Cuando ella intentó apartarlo apoyándole una mano sobre el pecho, Byron le pasó el brazo por la cintura y la atrajo con dulzura hacia sí.''
''-No tengo tiempo ni ganas de esto.
-¿Por qué?
Porque la cabeza le daba vueltas, el corazón le latía desbocado y la sangre le corría por las venas como nunca antes.
-No eres mi tipo.
Esa boca inteligente dibujó una sonrisa.
-Tú tampoco eres mi tipo. Imagínate.
-Los hombres como tú siempre hacen daño.- Sabía bien, sabía muy bien que debía evitarlo a toda costa... pero no pudo impedir que sus manos le desnudaran y pecho y aferraran ese maravilloso vello con reflejos dorados-. Es la ley.
Byron volvió a sonreír.
-¿La ley de quién?
De haber podido concentrarse, Kate habría replicado con elegancia.
-Oh, al diablo con todo- murmuró, atrayéndolo hacia sí y obligándolo a besarla.''
''Sus manos, sus labios estaban en todas partes. Y cada vez que creía que aquello por fin terminaría, Byron volvía a dominarla... y luego proseguía con una inagotable paciencia.
Kate era dolorosamente consciente de su cuerpo y del de Byron, de la mezcla y los contrastes, de la carrera de pulsaciones. La luz de las velas temblaba sobre su rostro, sobre aquellos músculos marcados y sudorosos. Era casi demasiado bello para soportarlo. Su sabor era potente, como una droga misteriosa de efecto lento que se le había metido en la sangre, convirtiéndola en una adicta.
Se colocó encima de ella, y esperó a que abriera los ojos y lo mirara.
-No te deseaba- dijo con voz estrangulada, a punto de perder el control-. Después, no he deseado otra cosa.''
''-Yo soy un desvío.- Se sintió lo suficientemente insultada como para retirar la mano-. Eso sí que es un halago.
-Pretende serlo.- Le sonrió con picardía-. Mientras estoy en esta misteriosa ruta alternativa, no me preocupa saber cuánto me demoraré en recorrerla.
-¿Y yo estoy aquí para que me recorras? ¿De eso se trata?
-Preferiría decir que vamos a recorrerla juntos. Dónde terminemos dependerá de ambos. Pero hay algo que tengo claro. Te quiero conmigo. Todavía ignoro por qué, pero no puedo prescindir de ese deseo. Me basta con solo mirarte para sentirlo.''
''-Muchas gracias, Míster Universo. ¿Podemos dar por concluida tu crítica no solicitada sobre mi aspecto?
-Casi.- Esbozó una sonrisa y le rozó el mentón con la yema de los dedos-. Me gusta tu aspecto. No llego a entender por qué pero me gusta tu aspecto, tu manera de moverte.- Le rodeó la cintura con los brazos y la atrajo hacia él-. Tu olor.
-Es una nueva manera de seducirme...
-Tu sabor- prosiguió. Y recorrió su cuello con los labios.
-Y asombrosamente eficaz- atinó a decir entre un temblor y otro.
Byron la cogió en brazos, la sentó sobre el mármol de la encimera y apoyó las manos sobre sus glúteos desnudos.
-Voy a hacerte el amor aquí mismo.''
''-Estoy cansada.- Detestaba , aborrecía el temblor de su voz-. Me siento humillada. Estoy asustada. Déjame sola.
-Nada me gustaría más que poder dejarte sola. Marcharme y apuntarte en la lista de mis malas apuestas.
Le quitó las gafas de sol y se las metió en el bolsillo. Llevaba rato deseando ver sus ojos. Y ahora reconocía en ellos el mismo enfado, la misma pena que nublaban los suyos.
-¿Crees que necesito el torbellino y las complicaciones que has traído a mi vida? ¿De verdad piensas que lo soporto todo porque lo pasamos bien en la cama?
-No tienes que soportar nada.- Le golpeó el pecho con los puños cerrados-. No tienes que soportar absolutamente nada.
-Ya lo creo que no. Pero lo soporto todo porque creo que estoy enamorado de ti.''
''Miró el reloj. La recepción había comenzado dos horas antes. Seguramente estaría ocupada.
¿Lo echaría de menos?
Quería que lo echara de menos. Quería que mirara en dirección a la puerta cada vez que alguien entrara. Y que esperara anhelante. Quería que pensara en él, que deseara tenerlo allí, a su lado, para compartir comentarios y observaciones sobre los demás invitados. Como siempre hacían las parejas.
Ansiaba ver ese interrogante en sus ojos, esa mirada suya que decía claramente: ``¿Qué estás haciendo aquí, De Witt? ¿Qué pasa entre nosotros? ¿Y por qué?´´
Y ella continuaría buscando la respuesta práctica, racional. Y él aportaría el factor emocional.''
''-¿Qué me dices si me dejas afeitarte, querido?
Él enarcó una ceja.
-Parezco tan estúpido como para poner en tus manos un instrumento cortante?- Limpió la navaja-. No creo.
-Cobarde.
-¿Qué crees?
Kate resopló, le clavó los dientes en el hombro y fue a vestirse al dormitorio.
-Kate.- Esperó a que se diera la vuelta y le lanzara esa mirada altanera, tan propia de ella-. Sólo hay una mujer ahora-. Una sonrisa breve, casi tímida, se dibujó en sus labios. Y desapareció por el vano de la puerta.
Con cuidado, Byron retiraba la espuma y los restos de barba. El cuarto de baño estaba lleno de niebla y calor, y del olor de ambos. Ella había puesto a secar su toalla, pulcra y eficiente como siempre. El pequeño vaporizador que utilizaba para humectarse la cara estaba sobre el mármol del lavabo. Se había olvidado de usarlo. Pero no se había olvidado de poner sus prendas de gimnasia en el cesto de la sopa sucia ni de tapar el tubo de pasta dental. No, jamás pasaría por alto ningún detalle práctico.
Pero siempre olvidaba los extras, en especial cuando tenían que ver con ella. No se permitía entrar a curiosear en una tienda, soñadora, y comprarse alguna tontería. Pero jamás se olvidaría de apagar las luces ni de darle otra vuelta al grifo para evitar que goteara.
Siempre pagaba sus cuentas a tiempo, pero olvidaba hacer una pausa para almorzar cuando tenía otras preocupaciones en la cabeza.
No tenía ni idea de cuánto lo necesitaba. Byron sonrió y bajó la cabeza para quitarse el sobrante de espuma. Ni tampoco sabía lo que él mismo acababa de descubrir. Ya no creía que podía estar enamorándose de ella. Ahora sabía que ella, con todos sus contrastes y complejidades, su fuerza y su debilidad, era la única mujer que siempre amaría.''
''-Espera un momento, maldita sea.
Le obstruyó el paso, impidiéndole salir. Ella lanzó un grito cuando él la aferró del brazo. Temiendo haberse excedido en el uso de la fuerza y cegado por la furia, Byron se sobresaltó y aflojó la presión. Vio que tenía cardenales en el brazo. Su cerebro fue presa de una ofuscación espantosa y oscura.
-¿Qué diablos es esto?- preguntó.
Kate sintió que el corazón se le salía por la boca bajo aquella mirada fija e implacable.
-Suéltame.
-¿Quién te ha hecho estas marcas?
Alzó el mentón en actitud defensiva. La furia que destellaba en los ojos de Byron era tan mortífera como la hoja de una espada bien afilada.
-Ya he presenciado tu número de caballero andante, Byron. No tengo interés en verlo de nuevo.
-¿Quién te ha puesto la mano encima?- insistió él, recalcando las palabras.
-Alguien que tampoco ha podido aceptar un no por respuesta- le espetó.
Se arrepintió amargamente de sus palabras, incluso antes de pronunciarlas. Pero era demasiado tarde. Los ojos de Byron se volvieron vacuos e indiferentes. Con perfecta calma, se apartó de su camino.
-Estás confundida.- Su voz era deliberadamente fría y serena-. Yo puedo aceptar un no por respuesta. Y dado que ese parece ser el caso, creo que no tenemos nada más de qué hablar.
-Te pido disculpas por lo que acabo de decir. Las mejillas le ardían de vergüenza-. Ha sido totalmente innecesario. Pero no me gusta que te entrometas en mis asuntos ni que supongas que voy a encajar en tus planes.
-Entendido-. Lo había herido, y Byron sintió que el dolor era como una roja bola de fuego en sus entrañas-. Esto se termina aquí, como ya he dicho. Es evidente que tenías razón desde un principio. Queremos cosas distintas y no va a funcionar.- Con la intención de alejarse de ella fue hacia la mesa y se sirvió una copa de champán-. Puedes llevarte tus cosas ahora mismo o cuando te vaya bien.
-Yo...- Se quedó mirándolo, perpleja. Era increíble que pudiera cerrar de aquel modo la puerta entre ambos, sin inmutarse.-. Yo no... no puedo... me voy- atinó a decir.
Y salió corriendo.
Byron escuchó el portazo y se sentó muy despacio, como si fuera un anciano. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Era una ironía que ella lo creyera un brillante estratega cuando hasta un ciego que pasara al galope podría ver cómo lo había echado todo a perder.''
''-Lo siento- dijo de inmediato-. No sabía que volverás temprano a casa.
-No tenías por qué.- Pero él sí sabías, gracias a una oportuna llamada de Laura, que ella estaría allí.
-He venido a llevarme mis cosas. Yo... pensé que sería mejor hacerlo mientras tú estabas en el trabajo. Así resultaría menos difícil.
-Es difícil ahora.- Dio un paso hacia ella. Entrecerró los ojos-. Has estado llorando.
-No, en realidad no. Ha sido...- Deslizó los dedos en el bolsillo y tocó la moneda-. Ha sido por otro motivo. Y luego supongo que fue por los perros. Parecían tan dulces al´i dormidos, en el jardín.- Ahora estaban en la puerta, y meneaban los rabos sin parar-. Voy a echarlos de menos.
-Siéntate.
-No, no puedo. Quiero volver a la tienda y... y quiero disculparme, Byron, por haberte gritado como lo hice. Lo lamento muchísimo, y odiaría pensar que ni siquiera hemos podido ser civilizados.- Cerró los ojos ante lo absurdo de sus palabras-. Esto es muy difícil.
Él quería tocarla, se moría de ganas de tocarla. Pero conocía sus propias limitaciones. Si llegaba a rozar con la mano su cabello, querría seguir, tendría que seguir tocándola. Y luego la estrecharía contra él y suplicaría.
-Entonces tratemos de ser civilizados. Si no quieres sentarte, nos quedaremos de pie. Hay algunas cosas que quiero decirte.- Vio cómo ella abría los ojos; adivinó la cautela y la desconfianza que había en ellos. ¿Que demonios veía cuando lo miraba?, se preguntó. ¿Por qué no podía adivinarlo?
-Yo también quiero disculparme. Anoche manejé muy mal la situación. Y, a pesar de que corro el riesgo de que vuelvas a mandarme al carajo, admito que no estabas tan desacertada en algunas de tus... ¿cómo llamarlas? apreciaciones sobre mi carácter.
Avanzó hacia los ventanales, haciendo sonar las monedas que tenía el bolsillo. Los perros, que jamás perdían las esperanzas, montaban guardia del otro lado del cristal.
-Me gusta planificar las cosas. Tenemos eso en común. Admito que te he inducido a vivir aquí. Me pareció que eso ayudaría a que ambos nos acostumbráramos. Porque yo te quería aquí, conmigo.
Byron se dio la vuelta y la miró. Ella hubiera querido tener una respuesta, pero no encontró ninguna.
-Quería cuidarte. Tú consideras que la vulnerabilidad es señal de debilidad. Yo la considero un lado suave y muy atractivo de una mujer fuerte, inteligente y capaz de resistir los golpes del destino. Está en mi naturaleza proteger, recomponer- o al menos intentar recomponer- lo que está mal. No puedo cambiar por ti.
-Yo no quiero que cambies, Byron. Pero yo tampoco puedo cambiar. Siempre me resistiré a que me digan por dónde debo ir, por muy buenas que sean las intenciones.
-Y cuando veo a alguien que amo exhausto hasta el punto de caer enfermo, desamparado, herido... hago lo que sea necesario para modificar las cosas. Y cuando quiero algo, cuando sé que está bien que lo desee, hago lo imposible por que suceda. Te amo, Kate.
Los ojos de ella se llenaron de lágrimas. Lágrimas que provenían directo del corazón.''
''-No vas a decirme que yo era la mujer de tus sueños porque sé muy bien que no lo era.- Miró sin ver el pañuelo que él le ofrecía-. ¿Qué?
-Otra vez estás llorando.- Ella se lo arrebató de un tirón y se secó las lágrimas-. Algunos tenemos sueños más flexibles y hasta nos puede gustar que cambien de forma, Mírame, Kate- musitó. La dulzura de su voz la atrajo y no pudo evitar mirarlo-. Te estaba esperando.
- No es justo.- Se llevó las manos al corazón y empezó a retroceder-. No es justo que me digas esas cosas.
-Hemos dicho que seríamos civilizados. En ningún momento hablamos de justicia.
-No quiero sentir lo que siento. No quiero sufrir así. ¿Por qué no me dejas pensar?
-Piensa en esto.- Ahora sí la tocó, la atrajo hacia él hasta que sus caras casi se rozaron-. Te amo.- Y la besó-. Quiero pasar mi vida contigo. Quiero cuidarte y que me cuides.''
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