viernes, 29 de agosto de 2014

Fragmentos de La rica heredera

``La rica heredera´´ de Karyn Monk.

''-Estás enfadado- insistió-. ¿Por qué?
¿Qué podía decirle?, se preguntó desesperadamente. ¿Qué estaba furioso porque iba a dejarle? ¿Qué nada había sido igual desde que entró en su vida y que ahora no quería perderla? Era ridículo. No podía quedarse con él. No tenía ningún derecho sobre ella, y jamás lo tendría.''


''En ese momento sólo le importaba el resplandor de las llamas de la chimenea que se reflejaban en sus mejillas, y los suaves jadeos que salían de su garganta mientras estaba tumbada a su lado, mirándole con los ojos ardientes. 
No voy a abandonarte, le había dicho en una fervorosa e inocente promesa. Pero le abandonaría, y al darse cuenta sintió que se le clavaba un puñal en el pecho, que le dejó vacío y desgarrado. Ya le estaba abandonando, aunque no lo sabía, con su creciente independencia y el descubrimiento de sus recursos y habilidades. Ya no le necesitaba, y cada día le necesitaba menos aún. 
Quédate conmigo, le suplicó en silencio mientras se tendía sobre ella, rodeándole la cara con las manos y acercando su boca a la suya. 
No me dejes, rogó febrilmente con su dureza apoyada en su húmedo calor, sintiéndose como si estuviese a punto de llorar.
Te necesito, confesó con voz quebrada, esperando que lo comprendiera aunque ni él mismo lo entendía. Quería decirle todo eso y mucho más, convencido de que si comprendía cuánto la necesitaba jamás sería capaz de marcharse. Respiró profundamente mientras la miraba con desesperación, decidido a hacerla suya y sabiendo a la vez que era imposible.''


''Quédate conmigo, le suplicó mientras ella le agarraba con más fuerza y comenzaba a lamerle los labios, la mandíbula y el cuello.
Te mantendré a salvo, le prometió moviéndose cada vez más rápido dentro de ella, queriendo perderse en sus gloriosas profundidades. Se habría quedado así para siempre, hundido en el maravilloso cuerpo de Amelia, con su suavidad agitándose contra él y su aroma inundando sus sentidos.''


''No me abandones, imploró preguntándose cómo podría soportarlo.
Deshizo el beso y cerró los ojos, incapaz de mirarla por temor a que pudiera ver su alma desgarrada.
Amelia apoyó la mejilla en el pecho de Jack, notando los latidos de su corazón. No estaba preparada para lo que había ocurrido entre ellos. Se quedó totalmente quieta, escuchando su respiración, preguntándose si él estaría sintiendo unas emociones tan intensas y desconcertantes como las que sentía ella. Esperaba que le dijera algo, que le explicara qué iba a pasar ahora.
Él no dijo nada.''


''Jack subió corriendo por la escalera. Amelia había vuelto. Después de una semana angustiosa pensando que nunca volvería a ver su radiante sonrisa, ni a oler su delicada fragancia, ni a sentir la suavidad de su mano en la cicatriz de su mejilla, había regresado.''


''Jack movió la cabeza.
-Amelia Belford no está enamorada de mí, Genevieve.
-¿Cómo lo sabes?
``Porque una mujer tan extraordinaria como ella no puede enamorarse de un bastardo egoísta como yo.´´


''Había dejado irse a Amelia. Siempre había sabido que le abandonaría. Pero durante un breve instante pensó que había conseguido unirla a él, que le había hecho comprender con su tacto lo que era incapaz de expresar con palabras.''


''Quería abrazarla y hundir su cara en su garganta aterciopelada, aspirar su dulce fragancia mientras la estrechaba contra él. Pero la inseguridad le mantenía paralizado. Le había rogado que no le abandonara, y lo había hecho.
No soportaría perderla por segunda vez.''


''Sabía que él no la merecía. Era demasiado elegante y refinada para él. Pero en ese momento no le importaba. La amaba. No tenía intención de enamorarse de ella, pero se había enamorado. Y ella quería que la llevara a casa, a su pequeña y deteriorada casa, con sus muebles, sus cuadros de barcos y las espadas oxidadas colgadas en las paredes. La llevaría allí. La llevaría donde quisiera ir. Ya no le importaba.
Su casa estaba donde pudiera estar con Amelia.''


''-Te quiero, Jack- dijo fervorosamente-. Y siempre te querré. Puedes creerme ahora o puedes pasar los próximos cincuenta años dejándome que te lo demuestre- afirmó antes de concluir con tono burlón-. Pero creo que deberías casarte conmigo para proteger la poca reputación que me queda.
Jack la miró asombrado, sin poder creer que tuviera a su alcanza algo tan glorioso. Comenzó a invadirle una vaga sensación de dicha, lenta al principio, como un chorro de agua derritiendo la superficie de un estanque helado. Amelia le amaba. Y quería compartir su vida con él.
Era tan simple y tan increíble como eso.
-Cásate conmigo, Amelia.- La atrajo hacia él y bajó la cabeza hasta que sus labios tocaron su boca aterciopelada. Después susurró con una angustiosa ternura-. Por favor.''

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