viernes, 17 de abril de 2015

Fragmentos de Novias de la semana 1: El contrato

``Novias de la semana 1: El contrato´´ de Catherine Bybee. 


''—Te estoy ofreciendo un acuerdo de matrimonio.
El corazón de Sam se desplomó en el interior de su pecho con un golpe seco.
—Yo no estoy en el menú, señor Harrison.
Empujó la carpeta hacia Blake, pero él cubrió su mano y la sujetó firmemente. El contacto desató la misma descarga de la primera vez, una corriente que se propagaba por su cuerpo hasta la punta de los pies y subía otra vez. Se le aceleró el corazón y sintió que el vello se le ponía de punta. Todo su cuerpo se estremecía y lo único que estaba en contacto entre los dos eran sus manos.
—Todo el mundo tiene un precio, Samantha.
—Yo no. —Intentó retirar la mano, pero él le apretó los dedos para evitarlo.''


''Mientras el avión descendía sobre la pista de aterrizaje y las ruedas derrapaban sobre el asfalto, Blake observó las distintas emociones que se iban alternando en el rostro de Samantha. La sonrisa que hacía apenas unos minutos iluminaba sus labios, rosados y generosos, se había convertido en una línea recta. Con cualquier otra mujer, Blake se habría acercado a ella y le habría hecho olvidar las preocupaciones con un beso. ¿A qué sabrían sus labios? Dulces como el champán, pensó. Imaginó aquella voz tan sensual susurrándole al oído, animándolo a no detenerse en un simple beso, y algo despertó bajo su vientre. Desvió la mirada y le apretó la mano con fuerza. ''


''El rico aroma del café despertó sus sentidos y le hizo la boca agua. Mientras el camarero le entregaba la cuenta, se abrió la puerta del dormitorio y apareció la figura aún medio dormida de su esposa, envuelta en una bata blanca.
—¿Huele a café? —La voz de alcoba de Samantha le atravesó el cuerpo sin previo aviso, arrancándole un gruñido. Incluso el chico del servicio de habitaciones olvidó lo que estaba haciendo y se volvió hacia ella.
—He pedido el desayuno.
—Qué bien, me muero de hambre. —Sam atravesó la estancia descalza. Con cada paso, una pequeña abertura en la bata dejaba al descubierto sus delicadas piernas.
Al camarero se le escurrió el platillo de la cuenta de entre las manos. Blake se interpuso en su campo de visión para proteger la intimidad de Sam, y el chico, colorado como un tomate, recogió la cuenta y se la entregó. Blake la firmó rápidamente y lo acompañó hasta la puerta.
Antes de darse la vuelta, Blake inspiró profundamente y se cuadró de hombros, aunque sabía que esta vez su fanfarronería habitual no le serviría para nada. En cuanto vio a Samantha levantando con una mano las campanas plateadas que cubrían los platos, mientras con la otra se sujetaba la melena alborotada, sintió que el vello de la nuca se le ponía de punta. Aquella mujer era la viva imagen de la sensualidad.
Sam cogió la jarra de café y llenó dos tazas.
—¿Cómo te gusta?
Él cerró los ojos y apartó las imágenes de cuerpos desnudos de su mente pecaminosa.
—Solo.
Se acercó a la mesa y ocupó una de las sillas. Samantha le dio su taza en silencio y luego se puso azúcar en el café. Cuando el primer trago rozó sus labios, se apoyó en el respaldo de la silla y suspiró. Fue un sonido ronco, casi gutural, que envió una segunda onda expansiva contra la piel de Blake. Tenía que largarse de Las Vegas como fuera o ya podía ir olvidándose de sus intenciones de no acostarse con su esposa.
Ajena al efecto que provocaba en él, Samantha levantó las piernas y apoyó los pies en la silla que tenía delante. La bata se abrió, revelando una nueva porción de muslo.
Fue como si el cuerpo de Blake se vengara de él. La erección alcanzó niveles cercanos al dolor y tuvo que cambiar de posición sobre la silla para que Samantha no se diera cuenta.''


''—Está bien. Nos vemos por la mañana.
Colgó y empezó a dar golpecitos con el dedo en el teléfono. La imagen de Samantha enroscada en posición fetal en su cama, con los ojos abiertos de par en par por culpa del miedo, se le antojaba asfixiante. Hundió las uñas en las palmas de sus manos. Quienquiera que fuese el responsable de aquello, había cometido un error imperdonable. Aplastaría sin miramientos a la persona capaz de violar la privacidad de su esposa hasta esos extremos.''


''—No paras de mover las manos —le dijo Blake—. ¿Hay algo que no te parezca bien?
—¿Sinceramente? —preguntó ella, a pesar de que conocía la respuesta. 
—Siempre.
—Besarte.
Él la miró un instante a través de los cristales de las gafas y rápidamente fijó los ojos de nuevo en la carretera.
—¿No te parece bien besarme?
—No —respondió Samantha sin pensar—. Es decir, sí.
A Blake se le escapó la risa.
—¿En qué quedamos?
(...)
Blake sacó la llave del contacto y se volvió hacia ella.
—Entremos y empecemos a recoger tus cosas. 
—¿Vas a besarme en cuanto entremos? —Dios, tenía que saberlo para estar preparada.
Blake se inclinó hacia ella y se quitó las gafas de sol.
—Ven aquí —le susurró, sin apartar la mirada de sus labios.
Ella se acercó, creyendo que querría susurrarle algo importante.
En vez de eso, Blake se inclinó hacia su asiento y posó suavemente sus labios en los de ella. El calor fue instantáneo, una corriente que se extendió por su cuerpo hasta los dedos de los pies. Cerró los ojos y se dejó llevar hasta que de repente él se retiró.
—Besarnos será la parte más sencilla —le dijo Blake a escasos centímetros de sus labios—. Separarnos será lo difícil.''


''—¿Debería preocuparme por todos estos zapatos que hay aquí? —preguntó Blake desde el armario.
—Fuiste tú el que me animó a ir de compras —respondió Samantha entre risas.
—Parece que no tendré más remedio que contratar a alguien para que te construya un vestidor para ti sola —se quejó Blake, aunque en su voz se escondía una sonrisa.
—A las mujeres nos encanta la ropa.
—Y parece que los zapatos también. Dios, no creía que se pudieran necesitar tantos.
Samantha guardó las braguitas que tenía en la mano en una caja y cogió más del cajón.
—Soy bajita, por si no te has dado cuenta. Necesito tacones para ver cómo vivís el resto de la humanidad.
Esta vez la voz de Blake sonó más cerca.
—No eres bajita —le dijo.
Samantha se dio la vuelta y vio que Blake tenía unos tacones de diez centímetros en la mano.
—Pues verticalmente impedida, si te gusta más. —Se puso en pie para demostrarlo—. ¿Lo ves? —De pie junto a él, su cabeza apenas le rozaba la barbilla—. ¡Bajita!
Los ojos de Blake parecían atraerla hacia su cuerpo.
—No cambiaría absolutamente nada en ti.
Levantó una mano, le quitó la goma del pelo y le acarició las puntas. De pronto, fue como si Samantha se olvidara de respirar. Cuanto más se acercaba él a su espacio personal, menos aire entraba en sus pulmones. Blake se inclinó sobre ella; Samantha inclinó la cabeza y permitió que su boca se moviera sobre la suya. Él dejó caer una mano y le rodeó la cintura, sujetándola con fuerza contra su cuerpo.''


''Le hubiera sido mucho más fácil solucionar la crisis por la que pasaba su empresa desde Europa, pero Blake se había acostumbrado a manejar sus asuntos a caballo entre los dos continentes. Ahora que Samantha formaba parte de su vida, tenía una razón aún más poderosa para decantar la balanza del trabajo hacia Estados Unidos.
Había llamado a las cinco y media para avisar de que llegaría tarde. Samantha parecía decepcionada. Precisamente esa misma decepción lo había animado a él a moverse más rápido para disponer de un rato libre que pasar con ella antes de retirarse a dormir. Sentía el deseo sincero de conocer mejor a Samantha.
No se trataba de ningún juego extraño. La sinceridad de su mujer, clara y directa hasta el punto de haber afirmado que quería acostarse con él, era algo nuevo para Blake.
Cada vez que recordaba a Samantha poniéndose su camisa y quitándose los vaqueros, no podía evitar tener una erección. Sentía una necesidad irresistible de compartir la cama con su esposa. Le había prometido tiempo para pensar en su oferta, cierto, pero eso no significaba que no intentara seducirla para conseguir lo que quería. Maldita sea, si ella también lo deseaba tanto como él. Lo sabía por cómo lo miraba de soslayo cuando creía que él no la veía, y por su forma de humedecerse los labios sin apartar los ojos de los de él.
Blake había evitado besarla desde el día de la mudanza. Sin embargo, cada vez que se tocaban, cada vez que la ayudaba a bajar del coche o apoyaba una mano en la curva de su espalda para guiarla a través de una puerta, su vida se convertía en una dulce agonía.
Se moría de ganas de explorar aquella atracción volátil que sentían ambos y ver hasta dónde podía llegar la onda expansiva.''


''— ¿Samantha y tú os conocéis hace mucho tiempo?
Los dos habían acordado que fuera él quien respondiera a las preguntas más básicas sobre su relación. De esa manera, ninguno de los dos contradiría las palabras del otro.
—Yo no diría eso.
—¿Qué dirías entonces? —preguntó Mary, la tía de Blake.
—Nos conocimos el mes pasado.
—¿El mes pasado? —Gwen no daba crédito a lo que acababa de escuchar—. ¿Cómo puedes casarte con alguien a quien apenas conoces?
Blake dejó la taza sobre la mesa y cogió la mano de Samantha.
—Me habría casado con Samantha el mismo día en que nos conocimos si ella me hubiera dicho que sí. Hay veces en la vida en las que simplemente sabes que estás haciendo lo correcto.''


''Cuando Blake la encontró, se había escabullido a la biblioteca en busca de una distracción.
—Estás aquí.
Con un pantalón informal y un jersey que enfatizaba la amplitud de sus hombros, Blake estaba para comérselo.
—Creía que habías ido a la oficina.
Él negó con la cabeza.
—Hoy no podía dejarte sola.
—¿Qué tiene hoy de especial? —preguntó Samantha, un tanto confundida.
Él se llevó una mano al pecho y fingió una herida mortal.
—No puedo creer que te hayas olvidado.
A Samantha se le escapó la risa.
—Nunca dejes el trabajo para ser actor —se burló.
—No sabes qué día es hoy, ¿verdad? 
No era festivo, ni allí ni en Estados Unidos, el cumpleaños de él ya había pasado y para el de ella todavía faltaban unos meses.
—No, no tengo ni idea.
Blake la cogió de las manos y las apoyó sobre su pecho.
—Llevamos un mes casados.''



''Samantha se dejó llevar entre los brazos de Blake. Cuando sonó la última nota, se estaban mirando a los ojos. Blake se inclinó hacia ella y la besó.
El salón se llenó con el destello de los flashes y varias personas aplaudieron antes de que el cuarteto tocara la siguiente canción. Esta vez la pista se llenó rápidamente.
—¿El beso era para las cámaras? —le susurró Samantha al oído, poniéndose de puntillas.
—Ese beso era para ti —respondió él con una sonrisa—. Pero este otro... —Rodeó a Samantha con un brazo, la obligó a echarse hacia atrás y la besó de nuevo en los labios—. Este sí es para las cámaras.''


''Cuanto más calmado estaba él, más nerviosa se ponía Vanessa. ¿Cómo había podido no ver aquella parte de ella cuando estaban juntos?
—Las mujeres como ella no son felices hasta que se apropian de tu alma. Desearás habérmelo pedido a mí. —La víbora dijo lo que tenía que decir y se apartó.
Blake se inclinó hacia ella para que nadie más pudiera escuchar lo que le decía.
—Lo único de lo que me arrepiento, Vanessa, es de no haberla conocido a ella antes que a ti. —Era una respuesta muy ruin por su parte, pero estaba harto de que Vanessa utilizara su veneno contra Samantha.
En lugar de vaciarle un vaso en la cara, Vanessa hizo algo inesperado: le miró fijamente y sonrió con malicia, como si tuviera el mundo en sus manos.
—Vaya, así que te preocupas por ella. Mejor. Espero que disfrutes sufriendo, Blake.
Y se marchó.''


''Cerró la puerta tras de sí y, al entrar en el baño, se encontró a Samantha sentada con la espalda apoyada en la bañera y la cabeza escondida entre las rodillas.
—¿Samantha? —la llamó mientras se acercaba.
Cuando ella abrió los ojos bañados en lágrimas para mirarlo, Blake sintió que algo se le partía en dos en su interior.''


''—¿Qué estás haciendo?
—Me voy. ¿O es que las maletas te han confundido?
—Por Dios, Samantha, podemos arreglarlo. Tendría que haberte explicado lo del codicilo.
—Tienes toda la razón, deberías habérmelo explicado. Te habría dado lo que tú quisieras, Blake. —El corazón se le rompió en mil pedazos cuando las siguientes palabras salieron de su boca—: Solo tenías que pedírmelo.
Dio media vuelta y se alejó de la vida de Blake.
Una parte de Samantha esperaba que saliera corriendo tras ella. Sin embargo, ese era su lado más romántico, la parte de ella que creía que había significado algo más para él que una yegua con la que reproducirse. Daba igual si se iba o no. Blake habría conseguido su heredero. 
Y ella una vida de remordimientos.''


''Tres días después de su regreso a casa, Eliza dejó sola a Samantha para que pudiera meditar en paz.
Alguien llamó a la puerta. Samantha no esperaba a nadie, así que continuó sentada en el sofá sin intención de moverse. Los golpes continuaron hasta que no le quedó más remedio que levantarse.
Aunque sabía que tarde o temprano volvería a ver a Blake, tenerle allí delante, con unos pantalones caqui, una camisa arrugada y barba de varios días, fue más que suficiente para abrir las heridas.
—¿Qué haces aquí, Blake? 
—Tenemos que hablar.
Las lágrimas hacía tiempo que se habían secado y además se negaba a provocar en el bebé más estrés del que ya había sufrido. 
—No tengo nada más que decir.
Cuando se disponía a cerrar la puerta, Blake metió un pie en el vano y la detuvo.
—Te quiero.
Una de las manos de Samantha quedó suspendida en el aire. Cerró los ojos al sentir el dolor que aquellas palabras evocaban. Otro día, en otro momento, seguramente se habría lanzado a sus brazos al oír aquella confesión, pero ahora ya era demasiado tarde.
Aunque realmente la quisiera, eso no cambiaba nada. 
—¿Me has oído? 
—¿Por qué me haces esto? —El dolor que le atenazaba el pecho empezaba a ser insoportable. Apenas podía respirar y estaba a punto de asfixiarse con el poco aire que entraba en sus pulmones.
—Cinco minutos, Samantha. Dame cinco minutos. Por favor. 
¿Le había oído suplicar alguna vez?''


''Los labios de Samantha empezaron a temblar, de modo que se los mordió para controlarlos. La explicación de Blake, sus motivaciones, eran comprensibles, pero lo cierto era que el suyo seguía siendo un matrimonio de conveniencia... destinado a terminar con al menos un corazón roto. Ocurriría ese mismo día o quizá más adelante, pero su unión tenía fecha de caducidad y Samantha ya no podía vivir más con semejante incertidumbre. No era justo para ninguno de los dos... ni para el bebé.
—¿Podrás perdonarme?
Samantha cerró los ojos, y cuando los volvió a abrir, se clavaron en los de Blake.
—Te perdono.
Él empezó a sonreír, pero Samantha sacudió lentamente la cabeza.
—Blake, espera. No puedo seguir con esto. Creí que sería capaz de jugar a las casitas, de jugar a ser tu esposa e irme cuando el año terminara, pero no puedo.
—Pero...
—No, espera —lo interrumpió—. Ya sé que tú no querías que los sentimientos se inmiscuyeran en esto, pero no he podido evitar enamorarme de ti, como no puedo evitar respirar y sobrevivir. 
Esta vez Blake fue incapaz de contenerse y en sus labios asomó una sonrisa que rápidamente pasó también a sus hermosos ojos grises.
—¿Me quieres? —le susurró.
—Por eso tenemos que poner fin a esto cuanto antes —respondió ella. 
Blake cerró los ojos y, sin dejar de negar con la cabeza, dejó escapar una exclamación de sorpresa.
—¿Qué?
—Ya es suficientemente duro estar embarazada. Este dolor en el pecho, esta sensación de no saber si vas a dar por buena la fecha de finalización de nuestro contrato de matrimonio, es algo con lo que no puedo vivir. —Mirarle, incluso en aquellos momentos tan duros, era suficiente para que se le partiera el corazón. ¿Cómo podía pasar los ocho meses siguientes pensando que en cualquier momento podía pedirle que se marchara?
—¿Me has oído cuando te he dicho que te quiero?
—Sí, pero...
Blake le cubrió los labios con un dedo para hacerla callar. 
—Te quiero, Samantha Harrison, y si estás esperando a que te pida que salgas de mi vida, será mejor que te pongas cómoda porque vas a esperar mucho tiempo. Le he pedido a Jeff que redacte mi testamento y que haga constar en él que, si algún día me pasa algo, todo lo que tengo sea para ti y para el niño.
—¿Qué?
En lugar de explicarse, Blake hincó una rodilla en el suelo y se llevó una de las manos de Samantha a los labios para darle un tierno beso.
—Sé que lo estoy haciendo todo al revés, pero ¿quieres casarte conmigo? No por un contrato, ni por un testamento, ni siquiera por dinero, sino porque me amas y quieres ser mi mujer ahora y para siempre.
—¿Qué? —La voz de Samantha bajó una octava, un tono que para ella ya era muy grave.
—Has hecho de mí un hombre mejor, Samantha. Dime que te casarás conmigo.
—Oh, Blake... —dijo ella, arrodillándose junto a él—. Si ya estamos casados. 
Él sonrió y sujetó su cara entre las manos.
—¿Eso es un sí?
Samantha lo amaba tanto que no podía negarse.
—Para siempre es mucho tiempo.
—Mucho, mucho tiempo. Algunas veces el matrimonio nos parecerá horrible. —Y sus palabras le recordaron a una conversación que habían mantenido no hacía mucho.
—Solo que no podrás echarte atrás, por muy feas que se pongan las cosas. 
Blake cubrió los labios de su esposa con un beso tierno y lleno de cariño.
—Di que sí.
—Creía que ya lo había dicho.''

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