
''Había tenido en su lecho vírgenes y cortesanas, nobles y plebeyas, y muchas de ellas habían despertado su sangre, pero nunca se había encontrado con una que pudiera tocarle el corazón. No se creía capaz de tan agridulce agonía.''
''La vio mover los labios en un torpe intento de explicación y se sintió inmensamente atraído por ellos. Y cuando la vio humedecérselos con nerviosismo, sintió que su cuerpo reaccionaba. Tuvo que contener el irrefrenable deseo de tumbarla sobre aquella mullida cama de hierba y flores silvestres y desnudarla lentamente.''
''Él la abrazó con fuerza apretándola contra su pecho y la besó de un modo en que no lo había hecho hasta aquel momento. Aquel beso no pedía sino que exigía, arrebatándole el control de los sentidos. Y ella le dejó hacer, incapaz de controlar las fuerzas desatadas en su interior.''
''Aquel gemido, aquella letanía terminó de deshacerlo. Dios, cómo deseaba a aquella mujer. Como ni había deseado a ninguna otra. Toda una vida de autocontrol y disciplina se evaporaba cuando ella suspiraba. Cuando sonreía. Cuando reía.''
''Se acercó a la cama. Allí, apenas distinguible bajo el edredón, estaba Annica. La presión y la ansiedad lo abandonaron.
El pelo le cubría parcialmente la cara y sus pestañas se curvaban delicadamente sobre la piel sin mácula de las mejillas. Tenía los labios ligeramente entreabiertos, una mano sobre la almohada, al lado de la cara, con los dedos encogidos sobre la palma. El otro brazo estaba perdido en el espacio vacío a su lado, como su en sus sueños hubiera buscado la seguridad de un compañero ausente, como si lo buscara a él.
Experimentó un tremendo dolor en el corazón, una pasión primaria para la que no había palabras, y se quedó allí de pie, mirándola, dejando crecer su hambre aun cuando su miedo afilaba la necesidad de afirmar la vida, de celebrar los sentidos, de honrar al amor.''
''Casi no podía oírla por encima del latido de su propio corazón, pero sus labios se movían y creyó leer en ellos ``Te quiero, Tristán´´.''
''Había invadido todas las facetas de su vida. Estaba en su cabeza y en su corazón cada minuto que permanecía despierto. No podía pensar porque sus recuerdos le inundaban la cabeza. No podía concentrarse por estar preocupado por ella. La necesitaba tanto como el aire que respiraba, a pesar de que se había jurado a sí mismo no volver a necesitar a una mujer.''
No hay comentarios:
Publicar un comentario