sábado, 15 de marzo de 2014

Fragmentos de Ardiente verano

``Ardiente verano´´ de Noelia Amarillo.

''María era única. Y sería suya en cuerpo y alma. Quince años atrás había negado lo que sentía por ella debido a una estúpida cuestión de honor. Cinco años antes la había dejado escapar para que curase sus heridas. Cinco malditos años esperando a que regresara. Esta vez no permitiría que se le escabuyera, costara lo que costara.''


''La besó en los labios delicadamente, como si fuera lo más preciado del mundo.
Y en realidad lo era.''


''Le dio pequeños besos en los pómulos, la nariz, la mandíbula y en cada beso depositaba un susurro... Un gemido... Un te adoro... Un te quiero insinuado, pero no verbalizado.''


''Sus manos fueron dibujando estelas sobre la espalda de la mujer a la vez que los recuerdos invadían su mente. María acurrucada en el sillón del comedor, hablando con él mientras esperaba a Ben, bromeando y cuchicheando atenta a los chismes que él contaba sobre las gentes del pueblo. María adormilada, sus pestañas oscureciendo el brillo de sus ojos hasta cerrarse por completo; sus manos, que se movían incansables cuando estaba despierta, relajadas sobre el sillón cuando caía rendida esperando el regreso de su marido, ausente. Sus propias manos, morenas y rudas, tapándola con una manta; buscando la excusa para acariciarla mientras dormía. Su boca anhelante posándose sobre sus tibios y dulces labios  en un beso de buenas noches que jamás se atrevería a darle si estuviera despierta.
Sus recuerdos volaron a las noches que permaneció sentado en el suelo frente a ella, apoyado en la pared, mirándola, observándola... Atento a su respiración, a la manera en que sus labios se abrían en una sonrisa encantadora, esperando vigilante el sonido que le indicara que su hermano había llegado a casa y, cuando éste por fin llegaba, su propia irritación al sentir sus pasos en la escalera. La mayoría de las noches Ben se reía al verla dormida y bufaba enfadado al levantarla para llevarla a la cama. Pero otras veces, la indignación hacía presa de él, al ver que su hermano pasaba de largo por el salón, tambaleante, apoyándose en las paredes y sin llegar a percatarse de que su mujer le esperaba, ya dormida, sobre el incómodo sillón. Entonces, el desprecio se instalaba en su mente al escuchar cómo su cuerpo caía a plomo sobre el colchón, sin llegar a tomar consciencia de que su esposa ni siquiera estaba en la habitación. Esas noches, demasiadas en las últimos tiempos del matrimonio, se armaba de paciencia para no golpear a su hermano y, con cuidado, llevaba él mismo a María a la cama. Su única y humilde venganza era darle aquel tímido beso de buenas noches; saber que sus labios serían los últimos que la besaran ese día.
Y ahora... por fin era suya, aunque ella no lo supiera.''


''-Sueño contigo cada noche, imagino que estoy entre tus brazos y me siento segura, protegida. Siento que nada puede hacerme daño porque percibo tu presencia a mi alrededor. Sé, que ya no estoy sola. Debo de estar loca.
-No estás loca- jadeó él contra su boca-. Estoy contigo siempre, aunque no me veas.
-Te siento a mi lado; giro la cabeza y sé que estás ahí, pero no te veo. Escucho una voz y pienso que es la tuya, pero no eres tú.
-Sí... soy yo... Estoy a tu lado... siempre. Contigo- apoyó su frente contra la de María y suspiró-. Te quiero.
-Te quiero- contestó María.''


''Jamás se había sentido tan feliz. Tan... completo.
Rodeaba con sus brazos a la mujer a la que amaba desde hacía años. Se había mantenido abrazado a ella toda la noche, apretado contra su piel sedosa. Su pecho respiraba contra su espalda, delicada y elegante; una de sus piernas arropaba las de la mujer que estaba acurrucada contra él. Su mujer.''


''Con la ropa entre los brazos abrió la puerta; la luz entró a raudales iluminando el interior, se giró y observó a María. Seguía dormida, colocada de lado sobre la cama, tan hermosa como un hada, tan bella que le dolieron las entrañas por tener que abandonarla. 
¿Cómo puede un hombre alejarse voluntariamente de su más añorada fantasía?
Haciendo acopio de toda su férrea voluntad, Caleb dio un paso atrás sin dejar de mirarla y traspasó el umbral. Inspiró profundamente y cerró despacio la puerta, ocultando en la oscuridad la claridad que segundos antes iluminaba el cuerpo amado.''


''-No lo entiendes, estoy intentando seguir con la vida que tanto he luchado por conseguir y tú estás empeñado en volverla del revés.
-¡Te quiero! No puedes exigirme que me conforme con hacerte el amor y simular que no somos más que amigos, cuando lo que deseo es gritar ante todo el mundo que eres mi mujer.''


''A las nueve de la tarde decidió que si esperaba un minuto más se le haría de noche en la carretera. Bajó la maleta dando traspiés, se despidió cariñosamente de su hijo y su suegro y salió a la calle. Miró por el rabillo del ojo a izquierda y derecha. No vio a quien quería ver. Arrancó el coche y regresó a su vida en Madrid.
Si hubiera mirado hacia la terraza de una casa situada a unos metros de la de su suegro, hubiera visto a un hombre apesadumbrado, de mirada triste y furiosa a la vez, observándola atentamente; grabando en sus retinas cada uno de sus gestos. Un hombre que había pasado cada segundo de ese día asomado a aquella terraza, temiendo que hiciera lo que acababa de hacer en ese instante: irse sin mirar atrás.''


















No hay comentarios:

Publicar un comentario